MUJERES EN LA GUERRA CIVIL
MUJERES Y LA GUERRA CIVIL
El
papel de las mujeres durante la guerra civil no puede ser
entendido si antes no realizamos una mirada retrospectiva
al proceso que desde finales del siglo XIX y principios del
XX demandaba un nuevo status social para un colectivo, el
femenino, que siempre solía ser dejado de lado. Las mujeres
no participaban en la cultura, la economía o la sociedad,
tarea siempre reservada a los hombres, por el contrario debían
quedar
recluidas en la esfera
privada del hogar y, si trabajaban, a una división sexual
y clasista del trabajo.
Gran parte de la culpa hay que achacarla a la falta de oportunidades
para que las mujeres recibieran una educación escolar y una
cultura propia. La enseñanza pública era algo raro a principios
del siglo XX pues la educación estaba monopolizada por la
Iglesia, y ésta no hacía mucho por educar a las mujeres en
un sentido más práctico que el de ser “la perfecta ama
de casa y madre de sus hijos”. A comienzos del siglo
XX un 71% de la población femenina de España era analfabeta
por un 55,57 % de hombres que no sabían leer ni escribir.
A
partir de la década de 1920 empezó a crearse en España un
movimiento feminista organizado. Sus objetivos incluían una
reforma de la educación escolar femenina, facilidades laborales
y equiparación de salarios, derogación de leyes consideradas
discriminatorias y, cosa importante por entonces, demandaba
el derecho a voto femenino. Con el fin de la monarquía de
Alfonso XIII y el advenimiento de la República en 1931 se
concedió el voto a las mujeres. La modernización del Estado,
el desarrollo de la democracia política, la aparición de la
enseñanza pública y la creciente conciencia social y política
de las mujeres desde principios de siglo habían posibilitado
muchos avances que la República estuvo dispuesta a reconocer.
Por primera vez una mujer tuvo acceso a puestos políticos
y administrativos de importancia pero tras el estallido de
la guerra civil y la división de España en dos zonas las convulsiones
que habría de sufrir el colectivo femenino determinaron dos
maneras de entender su situación social. La victoria de una
manera de pensar sobre otra determinó un radical cambio a
los avances experimentados durante los siglos XIX y XX.
Sin embargo no sólo
existía la Sección Femenina como organización de encuadramiento
de las mujeres. en el amplio espectro social femenino encontramos
dos delegaciones que también intentaron, aunque sin éxito,
atribuirse el papel predominante como reguladoras del esfuerzo
femenino en la guerra. Tras el decreto de Unificación se
distribuyen las funciones femeninas entre la Sección Femenina
(encargada como hemos visto de la movilización y formación
de todas las mujeres), la Delegación de Frentes y Hospitales
(encargada de las atenciones al frente) y el Auxilio Social
(que se ocupa de la función benéfica).La delegada nacional
de Frentes y Hospitales era María Rosa Urraca Pastor. Desde
la Unificación, esta organización se había hecho con el
control de todos los servicios del frente, incluidos aquellos
organizados por Sección Femenina. Ello fue fuente de innumerables
choques que se veían agravados por el hecho de que Frentes
y Hospitales era una organización de militantes carlistas
(las llamadas "margaritas"). La jefe nacional
de Sección Femenina protestó repetidamente por el presunto
"boicot" que Frentes y Hospitales realizaban a
la "verdadera tarea de la mujer". Presentó quejas
sobre la indisciplina de margaritas y requetés que, en su
opinión, no se incorporaban debidamente a las tareas comunes.
Durante la guerra, la unidad de requetés resultaba necesaria
pero tras el final de la guerra los carlistas, paulatinamente,
fueron perdiendo toda su influencia en el seno del partido
unificado de Falange Española y Tradicionalista de las JONS.
La delegación de Frentes y Hospitales se apresuró a desarrollar
otro tipo de actividades asistenciales tras la guerra pero
el 24 de mayo de 1939 apareció un decreto extinguiendo la
delegación.
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