lunes, 2 de diciembre de 2019

MUJERES EN LA GUERRA CIVIL

MUJERES Y LA GUERRA CIVIL

El papel de las mujeres durante la guerra civil no puede ser entendido si antes no realizamos una mirada retrospectiva al proceso que desde finales del siglo XIX y principios del XX demandaba un nuevo status social para un colectivo, el femenino, que siempre solía ser dejado de lado. Las mujeres no participaban en la cultura, la economía o la sociedad, tarea siempre reservada a los hombres, por el contrario debían quedar 


recluidas en la esfera privada del hogar y, si trabajaban, a una división sexual y clasista del trabajo.
Gran parte de la culpa hay que achacarla a la falta de oportunidades para que las mujeres recibieran una educación escolar y una cultura propia. La enseñanza pública era algo raro a principios del siglo XX pues la educación estaba monopolizada por la Iglesia, y ésta no hacía mucho por educar a las mujeres en un sentido más práctico que el de ser “la perfecta ama de casa y madre de sus hijos”. A comienzos del siglo XX un 71% de la población femenina de España era analfabeta por un 55,57 % de hombres que no sabían leer ni escribir.





A partir de la década de 1920 empezó a crearse en España un movimiento feminista organizado. Sus objetivos incluían una reforma de la educación escolar femenina, facilidades laborales y equiparación de salarios, derogación de leyes consideradas discriminatorias y, cosa importante por entonces, demandaba el derecho a voto femenino. Con el fin de la monarquía de Alfonso XIII y el advenimiento de la República en 1931 se concedió el voto a las mujeres. La modernización del Estado, el desarrollo de la democracia política, la aparición de la enseñanza pública y la creciente conciencia social y política de las mujeres desde principios de siglo habían posibilitado muchos avances que la República estuvo dispuesta a reconocer. Por primera vez una mujer tuvo acceso a puestos políticos y administrativos de importancia pero tras el estallido de la guerra civil y la división de España en dos zonas las convulsiones que habría de sufrir el colectivo femenino determinaron dos maneras de entender su situación social. La victoria de una manera de pensar sobre otra determinó un radical cambio a los avances experimentados durante los siglos XIX y XX.







Sin embargo no sólo existía la Sección Femenina como organización de encuadramiento de las mujeres. en el amplio espectro social femenino encontramos dos delegaciones que también intentaron, aunque sin éxito, atribuirse el papel predominante como reguladoras del esfuerzo femenino en la guerra. Tras el decreto de Unificación se distribuyen las funciones femeninas entre la Sección Femenina (encargada como hemos visto de la movilización y formación de todas las mujeres), la Delegación de Frentes y Hospitales (encargada de las atenciones al frente) y el Auxilio Social (que se ocupa de la función benéfica).La delegada nacional de Frentes y Hospitales era María Rosa Urraca Pastor. Desde la Unificación, esta organización se había hecho con el control de todos los servicios del frente, incluidos aquellos organizados por Sección Femenina. Ello fue fuente de innumerables choques que se veían agravados por el hecho de que Frentes y Hospitales era una organización de militantes carlistas (las llamadas "margaritas"). La jefe nacional de Sección Femenina protestó repetidamente por el presunto "boicot" que Frentes y Hospitales realizaban a la "verdadera tarea de la mujer". Presentó quejas sobre la indisciplina de margaritas y requetés que, en su opinión, no se incorporaban debidamente a las tareas comunes. Durante la guerra, la unidad de requetés resultaba necesaria pero tras el final de la guerra los carlistas, paulatinamente, fueron perdiendo toda su influencia en el seno del partido unificado de Falange Española y Tradicionalista de las JONS. La delegación de Frentes y Hospitales se apresuró a desarrollar otro tipo de actividades asistenciales tras la guerra pero el 24 de mayo de 1939 apareció un decreto extinguiendo la delegación.





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